martes, 16 de abril de 2013

Coaching, neurociencia y Sociales


Esto tuiteé hace un rato y, obviamente, no generó aprobación de ningún tipo por parte de mis followers: ni una mísera respuesta ni un FAV o un RT. Nada de nada.

Quizá tuvo que ver con que todavía no me hallo del todo en una red que sólo acepta ideas de hasta 140 caracteres y no alienta el debate más en profundidad. O quizás, simplemente, porque mi tuit fue una garcha.

Lo cierto es que la nula repercusión me incentivó a volver para estas tierras, las del blog, y sentir otra vez la libertad que proporciona el espacio ilimitado. Gracias, Blogger.

El episodio al que me referiré sucedió en la clase de Psicología y Comunicación, una materia de la carrera de grado que curso en la Universidad de Buenos Aires, a cargo de un profesor un tanto especial que, desde mi punto de vista, en un intento por desburocratizar la enseñanza, hace cualquiera.

Ojo, digo "desde mi punto de vista" porque a la mayoría de mis compañeros esta enseñanza alternativa que incluye clases en ronda, juegos, trabajos en grupo, presentaciones de los alumnos y un pequeño stand up periódico por parte del docente, le encanta y lo aplaude. A mí, sepan disculpar, me produce cierta desconfianza. La buena onda en exceso suele producirme algo así. Lo lamento.

Y bueno, en medio de esta situación (léase: yo tratando de disimular que todo está bien y que me cae re bien lo que está pasando), el profesor menciona que él es experto en Coaching Organizacional y Neurolingüística y saca un libro para recomendar. Habla de un tal Estanislao Bachrach, biólogo y escritor de "Ágil Mente". Después nombra que este chabón dio hace poco una charla en las conferencias TED.

En ese momento sentí que me encontraba en una realidad paralela. Tuve que cerrar y abrir los ojos varias veces para confirmar que estaba en un aula de la UBA, asistiendo a una clase de una materia incluida dentro del plan de estudios de Ciencias de la Comunicación. Por desgracia, efectivamente eso estaba pasando y la desubicada, en todo caso, era yo.

Pero vayamos por partes, porque me hago lío.

1. El tipo es experto en Coaching Organizacional y Neurolingüística 
Esta cuestión, aunque parezca un dato biográfico, no lo es. Si hay una palabra que me indigna mucho es "coaching". Primero, porque es un anglicismo y me rompen las pelotas los anglicismos. Segundo, porque la idea, desde el vamos, es totalmente siniestra. La función del coach empresarial no es, ni más ni menos, que la del adoctrinador. Un coach no hace otra cosa que lograr que el empleado labure de la forma más eficaz posible y, sin embargo, esté "a gusto". Charlas motivacionales, talleres, seminarios, actividades al aire libre y todas esas giladas que organizan estos expertos son eufemismos. El fin está claro y es uno solo: anular el cuestionamiento y lograr que el individuo contratado se enamore de su trabajo. ¿Y qué pasa cuando nos enamoramos? Nos volvemos unos pelotudos. Y no sólo no vemos con malos ojos dedicarle 12 horas seguidas a una tarea encomendada (cuando nos pagan por 8), es decir, que nos exploten de manera obscena, sino que somos los mismos impulsores de esa explotación.
¿Qué consecuencias trae esto? No sólo mayores ganancias para las empresas sino también la supresión de la lucha por algún derecho, por un mejor sueldo o por una disminución de la jornada de trabajo. Y ni hablar de pensar en la revolución.

2. Estanislao Bachrach dio una charla TED
Esta parte del post es la que más me gusta porque hace rato tengo ganas de descargarme contra estas charlas. Tecnología, Entretenimiento y Diseño son las siglas de TED, una organización cuyo lema es "Ideas dignas de difundir". El formato tuvo mucho éxito en el mundo, de hecho hasta marzo de 2011, las charlas han sido vistas más de 400 millones de veces y han sido traducidas a 80 idiomas. Sin embargo, a pesar de que a simple vista parezca un proyecto apuntado a difundir conceptos transgresores y desestabilizantes, hace todo lo contrario. Desde el vamos, hay un problema, y es la organización. Todas las charlas tienen como orador a un tipo que -por H o por B- hizo algo interesante en la vida o desarrolló alguna teoría innovadora y por eso lo llamaron para que charle. Pero ¡qué paradoja! las charlas no son conversaciones sino monólogos que -por su formato- me hacen acordar al sermón de un pastor evangélico o a la homilía de un cura. Uno adelante hablando, preguntándose y respondiéndose a sí mismo y todo un enorme auditorio sentado, escuchándolo. Si ahí hay algo de novedoso que alguien me venga a explicar qué es. Y todo esto sin mencionar que, si bien se dicen una organización sin fines de lucro, están esponsoreados por Intel y demás marcas. ¿Ellos también pensarán que están usando a Adidas?

3. Ágil Mente, de Estanislao Bachrach. 
Según explicó el profesor y yo, luego, ahondé, el libro explica que existe la posibilidad de hacer que el cerebro aprenda a funcionar "más creativamente" y logre acceder a todo su potencial. Todo, abordado desde la neurociencia.

En principio, el parentezco de este best-seller con la bibliografía de autoayuda me parece inevitable. La idea de "tú puedes pensar igual que los genios y gurúes del mundo" me parece, un tanto, tétrica. Tétrica porque intenta vender (cuando digo vender no es metáfora, el libro cuesta 125 pesos) la mentira del éxito al alcance de la mano y además, invisibiliza los condicionamientos de clase, sexo, territorio y otros miles de factores. Ejercitar la mente está buenísimo, pero si tenés menos guita que hijos seguís igual de complicado. Además, insiste en la idea de potenciar la mente para lograr mayores objetivos. La pregunta es... ¿mayores objetivos para quién? evidentemente, este libro es funcional a la clase dominante: mejorá, sé más eficaz, lográ mejores resultados en menor tiempo y reproducí (en imperativo se escribe así) más rápido las bases del capitalismo. Esto se verifica cuando pensamos quiénes sustentan esos estudios neurocientíficos que se realizan y con qué fines los hacen. Que la ciencia está subsumida y sustentada en su mayoría por el poder económico no es algo nuevo. Como tampoco lo es que todos las nuevas tecnologías o descubrimientos en materia científica también lo están.

La combinación de estas tres cuestiones me hizo mucho ruido. Sobre todo, porque en la carrera se ven autores como Marx, Gramsci, Foucault, etc., que intentan dilucidar estas cuestiones y llevar una mirada más real sobre las relaciones materiales de existencia en la actualidad. Algo que, parece, se te olvida cuando estudiás coaching.


Siempre hay un capítulo que explica todo

3 comentarios:

  1. Eh Sardina tirabombas, aguante Psicología y Comunicación!! Aguante Lutsky!!!!!!!!!! El año pasado me había anotado en la cátedra de Kauffman y te juro que los teóricos son peores que los de Tassara y Rosato juntas. Un pedante el chabón, desde que llega sobándose los bigotes hasta que se va no para de dejar en claro que es re pedante. Un embole!!!

    Aguanten las rondas loco, aguante leer budismo Zen en la UBA carajo!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!

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  2. Bueno, yo avisé. "A la mayoría de mis compañeros esta enseñanza alternativa que incluye clases en ronda, juegos, trabajos en grupo, presentaciones de los alumnos y un pequeño stand up periódico por parte del docente, le encanta y lo aplaude".

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  3. ah pense que hablabas de kauffman. la verdad que a mi tambien me hacia ruido sus clases pero al final de la materia me cerro bastante y comprendi todo lo que habia pasado. me cerro la materia en la instancia de final.
    es cierto que es pedante pero tambien hay que reconocer que, por lo menos a mi, su forma de mirar las cosas me hizo pensar diferente y poder hacer otra mirada critica.
    por los comentarios que recibi de la otra catedra, compañeros que se quejaban de los contenidos y de los trabajos practicos es que me anote en kauffman.
    y digo, si tanto les molesta todo eso de la catedra porque no la cursan con otra?
    como siempre sardina me haces reir mucho y me entretenes bastante, volve al blog, te extrañe un monton!!

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