jueves, 25 de abril de 2013

La venganza del explotado

Locación: MUSIMUNDO (Callao y Corrientes)
Hora: 16:55

Llego al local con un objetivo muy sencillo: adquirir un par de auriculares. Los que me conocen, saben cómo soy: no te ando con vueltas. Si quiero algo, lo compro y a otra cosa. De hecho, trato de evitar el contacto con los empleados del lugar, a menos que no estén (como en este caso) los precios a la vista:

Sardina: Disculpá que te moleste. Me gustaría saber cuáles son los auriculares más baratos.
Vendedor 1: Ah, la verdad que ni idea porque no soy de este sector... a ver, esperá.
Sardina: Ok, estaría bueno que tengan puestos los precios así no tengo que molestarlos... (Sardina sabe que no "molesta", que es trabajo de los flacos de ahí atenderla, pero intenta ser simpática simplemente porque se levantó de buen humor)
Vendedor 2: (Cae hasta donde estoy yo, de muy mala gana y como si me estuviera haciendo un favor. Me señala con displicencia unos) Estos son los más baratos.
Sardina: Ah, ¿y cuánto valen?
Vendedor 2: No sé.
Sardina: Pero... ¿aproximadamente?
Vendedor 2: Ni idea... además, no hay sistema. No te puedo decir el precio (?!?!?)
Sardina: Ah, bueno. Gracias. ¡Es genial este lugar!
Vendedor 2: No, de nada.

El capitalismo un día se va a desmoronar por su inevitable tendencia a delegar tareas. "Nunca nadie va a cuidar mejor el negocio que el patrón", dice mi viejo.Y tiene razón.

No hay comentarios:

Publicar un comentario