miércoles, 30 de noviembre de 2011

El pelotudo social

1 sardinas opinaron
Lejos de ser un espacio feminista, como ustedes sabrán, mis comentarios en este blog no suelen tener como objetivo criticar al género masculino. No porque me falten motivos, sino porque creo que hay cosas mucho más importantes para poner en discusión y porque creo que ya existen demasiados sitios donde ese tópico se trata hasta el cansancio. Sin embargo, a más de dos años de escribir acá, me doy permiso para hacer la observación que viene a continuación y que (como todo tema traído a cuento aquí) provocará opiniones a favor y en contra.

El pelotudo social, a simple vista, no es un pelotudo. De hecho, para ser un pelotudo social hay que ser inteligente. ¿Cómo es esto? Claro... el pelotudo social es una clase de idiota que actúa de esta manera (es decir, de manera pelotuda) en contextos determinados.

El tipo probablemente estudie, esté recibido, trabaje (acceda a ascensos), lea, posea cultura general, tenga alguna proyección a futuro sobre qué hacer con su existencia y hasta, quizá, se despegue de ciertos lugares comunes a la hora de entablar una conversación. Sin embargo, en lo que respecta a lo social, al trato con los demás, es, sin temor a errarle, un pelotudo.

Características del pelotudo social (guarda con identificarse):
  • Intenta caer bien en todo momento. En este plan, trata de hacerse el gracioso. No lo logra.
  • Es condescendiente, siempre. Políticamente correcto, no opina a menos que tenga que adherir a la opinión de otro.
  • Si, raramente, disiente con alguien, sus argumentos son pobres y rápidamente le quita importancia a la discusión. 
  • Sobrestima su experiencia cotidiana y cree que todo el mundo está interesado en saber sobre ella.
  • Evalúa el mundo que lo rodea con un sólo criterio: 'está o no está bueno'.
  • Es 'canchero' (se viste canchero, detenta el vocabulario 'del momento' -el cual está determinado por su grupo de pertenencia-)
  • Para nombrar a un tercero, utiliza siempre el diminutivo. Aún cuando su interlocutor no conoce a quien se está refiriendo. Ej: habla de un amigo X y dice "Ale".
  • Sabe quién es Paula Chávez, pero no mira Tinelli (jamás).
  • Se agrada a sí mismo, mucho. 
Lo más grave es que es, básicamente, insoportable. Así que ya saben: mujeres sardinas, cuidensé y estén atentas. Memoricen esta lista, sean astutas. Tengan en cuenta que esta forma de hombre se reproduce cada día de manera más rápida y, lamentablemente, no existen repelentes.

sábado, 26 de noviembre de 2011

Durísimo

3 sardinas opinaron
'Con', 'año', 'ano', 'com' y 'bon', en ese orden, son las palabras que sugiere mi celular antes de 'AMO'. 

Mejor no reflexionemos al respecto.

lunes, 21 de noviembre de 2011

Análisis socio-semiótico: Wachiturros en el prime-time

10 sardinas opinaron

El sábado pasado, en medio de un zapping di con el divertidísimo programa de Nico Repetto justo cuando estaba presentando a los WA-CHI-TU-RROS. Me quedé... básicamente porque me pareció raro. Un grupo que surgió de abajo, de un barrio del conurbano, que saltó a la fama gracias a una discográfica busca-fenómenos-del-momento que los probó en Pasión de Sábado y le salió bien... ahora apareciendo en Telefé, a las 21 horas, el horario más cotizado de la TV. Como mínimo, es raro. 

Mi interés por este suceso comenzó al hacerme la siguiente pregunta: ¿qué estará tramando la cultura dominante para que los wachiturros lleguen al prime time? No es que me proponga encontrar esa respuesta en este post, pero sí quizás resaltar algunas cosas que me parecieron interesantes para poder pensar esta  especie de fenómeno cuasimístico que permite la convivencia pacífica de diferentes (y desiguales) culturas y clases en un mismo estudio de televisión.

Me basaré en la aparición de los Wachiturros en Sábado Bus y en el programa de Susana Giménez (sí, me fumé como 2 horas en YouTube de Su diciendo "Ay, me encaaaantan, los amo")

Genial. Estos chicos tienen una oportunidad en el horario central de la pantalla chica: ¡cómo hemos evolucionado! Ahora ese espacio no está destinado sólo para la alta Cultura con mayúscula sino que la sociedad amplió la mentalidad y permitió que la cultura popular sea representada 'tal como es' en los medios de comunicación... ¿no? Bueno, yo no estaría tan segura. 

Visibilidad: ¿qué ves cuando me ves?
Punto uno: considero que no es poco importante analizar cómo entran en escena y se hacen visibles los cuerpos de quienes integran la cultura popular... En el programa de Nico, cuando los wachiturros comienzan a cantar y bailar se muestran planos cortos (cercanos) de los chicos, así como también el montaje que realiza el director está centrado en ellos. Sin embargo, a medida que se van sucediendo las canciones y los minutos (tocan dos temas seguidos), los planos de los bailarines comienzan a ser más cortos en tiempo y desde más lejos. La cámara se detiene en las bailarinas del programa, en los famosos en la mesa, en el público... los wachiturros dejan de ser importantes, son una anécdota en medio de un montón de gente que sí pareciera que lo es. ¿Qué hay acá? Manejo. ¿Hasta qué punto la cultura masiva deja que la cultura popular se exprese? Hasta donde ella quiere, básicamente, porque tiene el control. Tiene el control de mostrar más o menos, de determinar las reglas del juego: el director, a través del manejo de los planos, realiza un recorte de aquello que se muestra. 

Natural: la cultura popular, si por algo se caracteriza, es por no contar con los medios para poder legitimarse. En este caso, está supeditada no sólo a los tiempos de la TV, sino también a su punto de vista (el cual nunca quiebra el conjunto de normas y valores que rigen el orden social capitalista).

¿Mezcla o diferenciación?
A través de la intervención de la cultura popular en los medios, se intenta enviar un mensaje de igualdad, de avance como sociedad, de "Ves? Todos podemos convivir en el mismo espacio, somos todos iguales" a través de distintos recursos, que, desde mi punto de vista, sólo contribuyen a evidenciar las desigualdades sociales.
Esto se denotó en varias ocasiones: 
Por un lado, en Sábado Bus, se muestra a dos de los chicos del grupo de cumbia/reggaetton enseñándole al exponente de la cultura 'de verdad', de baile clásico y de la ópera, Iñaki Urlezaga, a bailar wachiturro. Sin embargo, es este distanciamiento el que produce el efecto de fenómeno: no se muestra a la cultura popular como una cultura en sí misma, con ciertos valores, creencias, saberes, sino, simplemente como un fenómeno extraño, como algo completamente ajeno a la 'experiencia común'. 'Está todo bien', pero no nos reconocemos. Iñaki accede a aprenderse el paso, pero cuando cantan los Wachiturros, ninguna (nignuna!) de todas las celebrities famosas se para a bailar con ellos (tengamos en cuenta de que Sábado Bus es un programa en donde los invitados suelen involucrarse activamente en los shows). En este caso, las únicas que comparten el escenario son las bailarinas, pero lo hacen desde más lejos, no se integran en ningún momento a bailar con ellos. 
En el programa de Susana, funciona también un mecanismo de control de las intervenciones de los wachi: sólo uno tiene micrófono propio, y los otros se turnan. Díganme perseguida pero no me parece casual que, encima, cuando quieren hablar, el aparato no anda del todo bien. 

¿No será que invitar a los wachiturros a la TV constituye tan sólo una manera más de resaltar las diferencias en lugar de promulgar la inclusión? 

Jerarquización: somos iguales, pero tampoco la pavada
Es claro que en cuanto se lleva a un grupo de música (o cualquier expresión de la cultura) a la TV y se lo plantea como un "fenómeno", se está marcando un punto de vista. Que la cultura popular esté en los medios no garantiza que su voz no sea traicionada en el proceso de espectacularización. Y esto, se ve claramente durante toda la entrevista con Susana Giménez, pero en especial cuando entra un personaje: La Tota, interpretado no menos que por Miguel del Sel (sí, aquel comediante devenido en político PRO que no hace mucho declaró que quería arreglar cloacas para que "los negritos se bañen con agua caliente").
Cuando 'La Tota' entra en escena, el pensamiento elitista y miserabilista también lo hace. Es decir, aquel que piensa que todo aquello que hace la cultura popular es de mala calidad, pobre, inferior, simplemente porque es ella quien lo produce. Sus intervenciones van desde la discriminación física (resalta en varias oportunidades los defectos físicos de los integrantes del grupo así como también insiste en que no son 'lindos', u opina negativamente sobre su vestimenta), hasta la discriminación netamente de clase, al encasillarlos como "tontos" (en un momento lanza "Aquel es el titiritero de estos cinco tarados que bailan"). Esta jerarquización de culturas se ve muy claro cuando Del Sel, en tono irónico, afirma mirando a cámara: "Coehlo, Benedetti: no existen", dando a entender cuál de las dos es cultura de verdad y cuál sólo un mal chiste. 

Clin, caja!
Tanto en Sábado Bus como en el programa de la Su, curiosamente se menciona el mismo tema: la plata. En Sábado Bus, Nico espera a que 'Memo', el DJ de los Wachi, no esté en la mesa para lanzarle a Cacho Castaña: "Cómo deben estar facturando estos". Susana, en un acto más honesto pero menos digno, lo dice enfrente de ellos: "o sea que están facturando!", al preguntarles cuándo y dónde tocan. Para cerrar, remata el tema con el siguiente mensaje: "lo que tienen que hacer es plata, plata plata, ahorrar, ahorrar ahorrar y después temrinar (?)".

Lo que acá funciona es el cuestionamiento del ascenso social en relación a la clase popular. A ninguno de los dos se le ocurriría preguntarle a Rod Stewart si gana o no gana dinero con sus shows, ni opinar sobre qué debería hacer con él. Sin embargo, el hecho de que la clase 'inferior' tenga la posibilidad de ser dueña de sus propios medio de producción, sí o sí, genera ruido. Al margen de si los pibes ven o no ven un mango, lo curioso (y preocupante) es que este tema se traiga a escena, casi obligatoriamente. Asimismo, Cacho Castaña, al afirmar que los chicos "facturan" se propone como manager de la banda. Que la cultura popular tenga mayor nivel adquisitivo y más posibilidad de consumo es impensable para la clase dominante: resulta urgente que alguien lo administre. Por otro lado, el consejo de Susana es claro: ahorren. ¿Para qué? Para terminar, dice Su. Nada de invertir e intentar lograr una mejor calidad de vida. Simplemente asegurarse lo mínimo para sobrevivir. 

Si me explayé en estas cuestiones no fue solamente para criticar el manejo a su conveniencia que hacen los medios de comunicación de los fenómenos-del-momento para hacer rating, sino para ir un poco más allá y repensar el lugar que tiene la cultura subalterna en los medios. Decir, por ejemplo, que El Puntero REFLEJA como un espejo la realidad, no es más que caer en una falacia: la TV, como mantenedora del status quo, es quien elige cómo, cuándo, por qué y en qué contexto mostrarla. Hablar de todos los jóvenes pertenecientes a la clase popular como "wachiturros", es, primero, basarse en el recorte que hacen los medios de una expresión surgida desde lo popular, y segundo, borrar las diferencias que existen al interior de esa cultura: pensar que todos los que viven en el conurbano son iguales, son wachiturros. 

No hay mirada más elitisita que la que piensa a la cultura subalterna como una incapaz de generar su propio estilo, sépanlo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

Pará la pelota

4 sardinas opinaron
En el fútbol están pasando cosas que exigen análisis. Comentarios, observaciones y disparadores para repensar el deporte más famoso del mundo.

1) ¿Qué onda con las estadísticas del fútbol? 
Estaría bueno que alguien me explicara cuál es su función operativa en el contexto del partido de fútbol. Porque además son cada día más ridículas. Cuál es el sentido de que, viendo Lanús-Boca, pase algo así: 

A: a ver... Marcelito, contanos...
B: Fernando, hace 43 años, 4 meses y 7 días que Lanús no le gana a Boca en La Bombonera en un campeonato clausura jugando con 10, habiendo sido echado su arquero, y con una temperatura de 23 grados  y una térmica de 25, con probabilidades de lluvia para el lunes y una presión de 1.673 puntos…  
A: Gol de Boca 

O sea... yo entiendo que de alguna manera los periodistas deportivos tienen que justificar su sueldo, pero ¿por qué no buscan datos un poco más útiles y menos pelotudos? El tipo que está viendo a Boca perder, no se consuela haciendo flashbacks. Y eso sin mencionar que toda esa información no interviene en el resultado porque el contexto es totalmente otro! Otro plantel, otro técnico, otra hinchada... Dejemos de cientifizar el azar. Algo que no depende de ninguna manera de los números, se intenta enmarcar en esos parámetros. El fútbol es un juego, no hagamos futbología.

2) ¿Qué onda con las exigencias externas al rendimiento profesional de los jugadores? 
¿A qué me refiero? Es muy común escuchar en la calle críticas acerca de las personalidad de los futbolistas. Sin embargo, esto no es lo más grave. Lo complicado es que esto se escuche en boca de periodistas, tanto deportivos como generales… Seguramente todos hemos oído una frase propiciada por un periodista parecida a: "Messi, será el mejor jugador del mundo, pero no puede hilar una oración", o, "Sí, un crack pero no sabe hablar". O si no, criticar la simpatía o antipatía de uno u otro jugador en términos de: "Todo bien con Román pero es intratable".
En esto hay dos cosas. Por un lado, un uso indiscriminado del prejuicio, porque dudo que alguno de ellos haya compartido algo más que una nota, en el mejor de los casos, para afirmar cualquiera de sus dichos. Y por otro, incoherencia y falta de profesionalismo. Yo me pregunto… ¿por qué no se hace lo mismo con el resto del as figuras mediáticas? A nadie se le ocurriría criticar a algún político haciendo foco en su actividad física:“Todo bien, Néstor tenía una gran oratoria, pero para el fútbol era un desastre”.
Incoherencia! Incoherencia total… y chamuyo. Yo creo que estas cosas sirven para llenar espacio en la TV cuando es martes y la información deportiva escasea. Modus programa de Fantino on.

3) ¿Qué onda con las remeras con dedicatoria que los jugadores se ponen debajo de la camiseta de su equipo si no meten un gol? 
Frente a esto se me plantean varias preguntas.
  • ¿Entran con más presión los jugadores que tienen una camiseta abajo porque deben meter un gol? Es un gasto económico: mínimo 50 mangos le salió. Técnicamente si no marcan, no sólo están jugando por debajo de sus expectativas sino que también están perdiendo plata!
  • Cuando no hacen goles, ¿dónde se meten las remeras? ¿Hay un depósito de camisetas?
  • Me genera mucha intriga saber cuántos de los 22 jugadores que hay en la cancha tienen una declaración de amor abajo y no lo sabemos. Y quizás nunca lo sepamos.
Como es un gasto económico y además hasta quizás tiene un valor afectivo (por ahí le prometió a la hija que le iba a desear feliz cumpleaños por la tele)… yo propongo que si en el minuto 87 todavía no metieron un gol, puedan sacarse la remera en un corner. 

viernes, 11 de noviembre de 2011

Escribir/Escribirse

2 sardinas opinaron
Estudiando...

Este es, sin duda, el drama y la aventura del escritor: escapar al universo de la convención para escribir su cuerpo - y su deseo - en el texto que ofrece. Y es una aventura arriesgada, pues exige desplazarse de ese orden de convenciones donde el sujeto, ya reconocido, encuentra su confort, su seguridad. Arriesgarse, en suma, a ser malentendido, despreciado, quizás tomado por loco.

Jesús González Requena

jueves, 10 de noviembre de 2011

Sobre la técnica y la objetivización del sujeto

6 sardinas opinaron
"Vivimos en sociedades en las que la técnica ha pasado a ser el sujeto y el hombre, su predicado"
 Murray Bookchin

Me desperté habiendo dormido algo más de 2 horas y prendí la computadora con un único objetivo: terminar todo lo que tenía que hacer lo antes posible e irme a dormir al instante. Sin embargo, un cartel similar al siguiente me interpeló:

 No apague ni desconecte el equipo. 
Descargando 1 de 9 actualizaciones...

Supongo que alguna vez les habrá pasado, no es grave. No es grave. ¿No es grave? Mientras esperaba que se cargaran las 9 actualizaciones, pasaron por mi cabeza los siguientes pensamientos:

1) ¿Desde cuándo la computadora habla en imperativo? A ver... yo ya pagué este aparato, y de acuerdo a la lógica capitalista, cuando uno realiza ese acto se convierte automáticamente en propietario del objeto, ¿no? ¿En qué momento renuncié a esta potestad, para que la notebook se tome el atrevimiento de darme órdenes? No lo recuerdo.

2) Otra cuestión para no perder de vista: no hay forma de parar la descarga de actualizaciones sin desacatar la orden que la computadora explicita. Es decir, no hay un botón que permita "suspender el proceso de actualización". O te vas al carajo y apagás todo a la fuerza, o la desenchufás y la dejás sin batería, o la tirás de un sexto piso, pero definitivamente no está abierta al diálogo ni la negociación. O sea que para poder decidir sobre mi propiedad, tengo que usar la fuerza (en mayor o menor medida) porque, por las buenas, no está dispuesta a aceptar. Interesante.

3) El objeto (en este caso, la computadora) toma decisiones individuales, en solitario: en ningún otro momento me informó que hoy, cuando volviera a prender la computadora, tendría que aguardar unos 15 minutos a que las imprescindibles actualizaciones se ejecutaran. Lo avisa sobre la hora, como quien no quiere reclamos.  

4) ¿No hay un tiempo estimado de espera? Digo, 1 de 9 actualizaciones, te dice. ¿Cuánto se supone que tarda cada una? ¿Qué onda? ¿Me imagino? ¡Ni siquiera me deja googlear! Pero no, claro, si total yo no tengo nada que hacer, puedo quedarme 2 horas frente a la compu mirando cómo se "actualiza la configuración" (andá a saber qué garcha es lo que se actualiza). ¿Mi tiempo no vale? ¿O simplemente es menos importante que estar al día tecnológicamente? Pregunto.

5) Sentirse un pelotudo. Eso es todo lo que se puede hacer ante esta situación. Aceptar las reglas impuestas por la técnica y esperar. Esperar que ella nos dé el OK para poder comenzar el día. Mientras tanto, impotencia. Improductividad total. Pura contemplación. 

6) Che, pregunto de nuevo porque esto sí que me indigna: ¿alguna vez firmé la emancipación de mi computadora? Porque no sólo tomó decisiones ella solita, se presentó dando ordenes y actualizó su configuración todo el tiempo que se le cantó el orto sino que, cuando terminó el procesito... se preparó para apagar el equipo... ¡y efectivamente se apagó! Okeeeeeeeeeeeey. Si tenía alguna duda, con esto se me fueron todas: no conforme con darme órdenes, ¡después desobedece las mías! Ante la directiva: prendete, tengo que laburar, terminar e irme a dormir, la mina hace: actualizo, me pongo al día, te hago esperar, me apago y que te garúe finito.

Ahora, yo, humana, enfrente de la compu, esperando sin poder hacer nada, totalmente sometida a los tiempos de una máquina, obligada a suspender mi vida, me pregunto... ¿cuál de las dos es el objeto?

jueves, 3 de noviembre de 2011

El largo sí importa

6 sardinas opinaron
[Aclaración: estadísticamente, el tema de este post le va a pasar por al lado al 95% de los lectores del blog. Pero como no tengo como objetivo captar masas, ni vender y mucho menos hacer demagogia, voy a proseguir]

"Es que debemos ser una minoría zarpaaaada". Eso dijo mi hermana cuando yo le contaba la cruel experiencia que había tenido no hacía más de una semana en un local de ropa. Un jean lindo, clarito, oxford (sí, que se vuelvan a poner de moda, carajo!), barato, perfecto pero... CORTO.

Mi hermana, con quien comparto el problema de la altura, no estaba equivocada. Según un estudio, la altura media de las mujeres de nuestro país es de 1,61 metros. ¡¡¡1,61!!! Sí, como escucharon. 19 centímetros menos que los que esta sardina detenta. O sea que, además de robarnos a los hombres altos (¿¡por qué no se buscan uno de su tamaño!?), las petisas ahora se juntan, sacan promedio y nos impiden comprarnos un pantalón. Cruel. ¿Y los derechos humanos? En serio, es realmente frustrante quedar afuera del mercado o tener que conformarse con el único modelo largo, aunque sea horrible y diga "LO-VE" en la parte trasera.

Pero no, claro, como somos una minoría zarpaaaaada, para la lógica capitalista esto tiene sentido: a los pequeños (aunque suene gracioso) mercados no es negocio prestarles atención. Pedir que hagan un modelo de jean que se ajuste a la longitud de mis piernas es casi pedir un acto de solidaridad.

¿Y la Ley de Talles? ¿Qué onda con la Ley de Talles? ¿Por qué solo contempla la anchura y no la longitud?

YA: planeamiento, presentación, aprobación y reglamentación de una ley que obligue a las textiles a hacer jeans que contemplen el largo de mis piernas.

En invierno hace frío para usar pollera, sépanlo.