domingo, 9 de junio de 2013

Inmensidad

Alguna vez escribí esto; porque hace bien escribir.

Estaba ahí, yo, tan asombrada por todo. Tan en mi esencia, tan conectada conmigo que hasta me resultaba yo misma irreconocible. Tan yo y la inmensidad. Pero no, no yo Y la inmensidad. Ese paisaje estaba en mí, y éramos uno. La infinitud del cielo me envolvía y me sentía tan viva que hubiera jurado que de veras moría si dejaba de mirarla. Si cerraba los ojos o si observaba las mesas, la gente, las tazas de café frío.


El sol de la tarde, como arrepentido de algo, se escondía detrás de unas nubes alargadas como renglones que sostenían una O, o quizá una A minúscula, hecha por algún niño al que su maestra regañaría por no dibujar bien las letras. El naranja era más bien un anaranjado, porque no existía por sí mismo sino que lo hacía conforme teñía lo que encontraba a su paso. 

Y ahora yo soy naranja y estoy con vos aunque no estemos juntos. Porque vos también estás ahí, conmigo y la inmensidad.

1 comentario:

  1. muy lindo. y muy cierto que escribir hace bien (cuando buscamos que nos haga bien, sobre todo).

    Saludos!

    ResponderEliminar