miércoles, 19 de diciembre de 2012

La corriente existencia

Las dos veces que presencié situaciones de violencia en el colectivo durante esta semana, entre choferes y pasajeros, estaba leyendo a Cortázar.

No, bueno, no quiero decir que una cosa sea consecuencia de la otra. Ni mucho menos que la primera provoque la segunda o viceversa.  Ni siquiera quiero sugerir que tengan alguna relación. Sólo es una observación, como quien mira sus propias manos y se pregunta, sin intenciones de encontrar una respuesta, por qué todavía lleva ese anillo en el índice o el anular. Lo curioso es que estaba leyendo el mismo cuento (Cartas de mamá), ahí en el 106 o en el 99, parada, pero completamente abstraída. Tanto que hasta tardé unos segundos más que el resto de los que compartían conmigo el colectivo en entender lo que pasaba. Unos segundos más que supusieron, en el primer caso, quedar casi en el medio de la pelea y me obligaron a actuar rápido, a tirarme para atrás sin importar quien o qué estuviera a mis espaldas, a quedar paralizada frente a una situación violenta sí, pero irrisoria y sobre todo ridícula. Como todas las situaciones violentas. 

No pude volver al texto ya vuelta la calma. O la "calma" (así, dicho entre comillas), porque uno nunca está tranquilo -realmente tranquilo- después de presenciar un momento como ese. De hecho, uno tiende a perseguirse, a creer que "la gente" está loca o está sola o triste. O que no quiere a nadie o que se merece lo peor. 

Pero no, a pesar de que me quedaban casi 20 minutos más de viaje, no pude retomar la lectura ni encontrar una respuesta que deje contenta a la parte de mí que se pregunta por el porqué de las cosas. A la parte de mí que se pregunta (todo el tiempo) por el porqué de las cosas. 

Ni siquiera logré dar con un razonamiento acabado, una frase categórica que pudiera resumir los eventos que acababa de vivir. Un: "Claro, llevan 12 horas manejando por esta Ciudad que es un infierno de tráfico". No, nada que me convenza, que me permita volver a la pluma de Julio, a la vida de Luis y Laura y a su lucha contra el fantasma de Nico, que interrumpía sus corrientes existencias. Todos mis pensamientos, todos, y no sólo los que aparecen al principio y que uno ya sabe que debe desechar por insensatos, me parecían vacíos, simples, banales.

Hasta hoy, no pude entender ninguno de los dos hechos violentos. Ni siquiera la idea de la locura -a la que solemos (suelo) recurrir cuando no quedan más opciones o cuando necesitamos (necesito) creer que podemos (puedo) descifrar lo inabarcable- me fue suficiente para recobrar la calma (o, al menos, la "calma") previa al momento que -físicamente- no duró más de un minuto pero que luego me acaparó por completo hasta ahora, ya jueves, de madrugada.

Pasaron dos días de esos sucesos y, por fin, pude terminar Cartas de mamá. No encontré respuestas nuevas, ni teorías sociológicas que logren ponerle fin a la cuestión de fondo. Nada que consiga disipar ese fantasma que, a veces, interrumpe mi corriente y mundana existencia y me despoja de toda certeza, de todo vínculo con lo que parece real e indiscutible. De todo refugio seguro. 




Ahora llueve. Mi hermana me pide que le recomiende un libro, y yo le señalo ese, el que está arriba de la mesa y que yo no pude volver a leer en el colectivo. No sé bien por qué, si hay tantos, le digo que se lleve ese, el complicado, el problemático.

Insisto, no sé bien por qué (si supiera, quizás este texto nunca hubiera existido) pero le ofrezco ese, el de Cortázar, que ella ahora hojea con desconfianza, como quien examina un pote de alguna comida que nunca probó.Y por fin se lo lleva. Sí, se lleva el libro que contiene el cuento que, claro, no es causa ni consecuencia de nada pero que, a la vez, es culpable de todo.

3 comentarios:

  1. El libro de Cortazar esta buenisimo, gracias Sil, por la recomendacion... igual cuando lo termine te lo devuelvo desintoxicado de todo problema, te quiero un monton. Paula.

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  2. Respuesta obvia:Pasa que "la gente está muy loca"
    Respuesta con un poco mas de desarrollo: Posta, le gente está muy a la defensiva. Ayer sin ir mas lejos, nos juntamos con unos amigos a ver unas pelis, y uno tenía unos vouchers por empanadas gratis en el Noble. Como decía expresamente que no se podían pedir por delivery, fuimos caminando al lugar y cuando llegamos, de muy mala manera, una señora que nunca se presentó, nos dijo que no los podíamos cambiar porque en el local ya habían cambiado varios ese día. Lo loco era que cada vez que decía eso, cambiaba la cantidad de empanadas permitidas que habían entregado. Después le pedí el libro de quejas y no me lo quizo dar. Cualquiera. Viene al caso mencionar que en lugar de intentar buscar una solución al problema de las empanadas esta ersona se dedicó a bloquear cualquier intento de diálogo y a subir la voz. Nos terminamos yendo de muy mal humor, e imagino que dentro del local las cosas tampoco quedaron super felices.

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  3. Seguro que si estabas leyendo a otro autor esto no te pasaba. En serio, pensalo.

    Saludos

    J.

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