jueves, 6 de septiembre de 2012

La profanación de la política a manos del minuto a minuto


Un fondo luminoso, un sillón bajo, blanco y en forma de herradura, algunas latas de bebida energizante sobre una mesa ovalada y piernas. Muchas piernas de mujer. Así se podría describir, rápidamente, la escenografía de Animales Sueltos (América), un programa de televisión que logra insertar en la estética de la disco o del cabaret nada menos que a la política. Sólo un corte comercial separa el show farandulero, cómico y hasta casi pornográfico a cargo de las chicas del momento, de la entrevista descontracturada y, según su conductor Alejandro Fantino, “de divulgación” a algún funcionario público. Se trata de una fórmula impensada en tiempos de Neustadt y Grondona, que hoy ya es aceptada y aprovechada tanto por los medios de comunicación como por los políticos.

                Desde la manera de abordar los temas y su heterogeneidad, hasta la escenografía –una cuestión que, a simple vista, no parecería influir en el mensaje, pero que lo hace y mucho-, a partir de la década del noventa, los programas políticos de opinión comenzaron a modificarse.  La aparición de Hora Clave en 1989, luego de la ruptura del dúo Neustadt-Grondona significó un viraje en la forma tradicional de hacer este tipo de televisión: “Hasta ese momento, la estética era pobre, monótona y lúgubre, compuesta por una aislada mesa redonda con un fondo oscuro y frío”, explica la licenciada en Letras María Rosa del Coto en el libro “La discursividad audiovisual”. Sin embargo, con la llegada de Hora Clave, se abrió un paradigma nuevo que supuso la construcción de espacios más grandes, agradables y modernos, el cual se fue profundizando a lo largo de la década y posibilitó lo que Graciela Varela, doctora en Letras y titular de cátedra de la materia Semiótica II en la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA, llama una “expansión de lo decible”, un giro del programa político hacia el magazine. “Hoy se van de caja y tratan temas de interés general, desde el origen del Universo al misterio de los dinosaurios”, publicó el diario Página 12 en 1996 en la nota Los programas políticos cambian de perfil, quince años antes de que apareciera, por ejemplo, Animales Sueltos, el máximo exponente de esta profanación.

La clausura del debate
También hacia mitad de los noventa, el debate de ideas signado por la clásica mesa redonda que reunía opiniones disímiles respecto a un tópico común, empezó a dejarse de lado para privilegiar el género de la entrevista. “Los exponentes actuales presentan como mueble fundamental una mesa rectangular amplia o un escritorio, en lugar de una circular. Una clara señal, en términos enunciativos, de su escaso interés por generar el efecto debate”, plantea Varela. Bajada de Línea (Canal 9), Periodismo Para Todos (El Trece) y La Cornisa (América) son ejemplos del éxito de ese proceso. En ninguno de los tres hay lugar para la discusión, sino que se centran en reportajes ‘mano a mano’, informes o interpretación de datos. El monólogo con el que comienza Jorge Lanata cada edición de PPT refuerza esta hipótesis: mientras dura su stand-up, no hay lugar para el intercambio de ideas con otros, sencillamente porque “los otros” no son invitados ni políticos, sino que es  el público (encarnado en la tribuna), cuya voz no aparece nunca en escena más allá de las risas intermitentes.

6, 7, 8 (TV Pública), el programa autodefinido como kirchnerista y que surgió en 2009 a partir el enfrentamiento del Grupo Clarín con el Gobierno, vuelve a introducir el modelo de la mesa redonda pero, a diferencia de lo que ocurría en los ’80, no lo hace en forma de debate. La Real Academia Española define el verbo debatir como “altercar, contender, discutir o disputar sobre algo”. Si bien hace menos de un mes estrenaron una sección llamada, justamente, “El debate”, en la que enfrentan a dos representantes de sectores diferentes, ésta se emite una vez por semana en carácter de “especial” y está regulada por un mediador. El resto de los días, congregan a periodistas, académicos y funcionarios públicos con una ideología en común y un punto de vista sobre la realidad política similar, razón por la cual es difícil encontrar lugar para la polémica, tal como sugiere la enciclopedia.

Alica, alicate
“Llamamos espectacularización de lo político en los programas de televisión al predominio de la imagen por sobre las posturas ideológicas, partidarias o doctrinarias: la prevalencia de la enunciación (el cómo se dice) en detrimento del enunciado (el qué se dice)”, señala Graciela Varela. El dispositivo audiovisual como principal nexo de comunicación entre el candidato y el votante, generó lo que el semiólogo Franz Baiz Quevedo llamó “un modelo de político que aspira más a mostrarse de manera convincente que a demostrar sus convicciones”. Ya no interesa el contexto, lo importante es estar en la televisión, hacerse visible. Es la imagen del funcionario la que toma protagonismo, y son sus gestos, sus movimientos y sus tonos de voz los que logran sellar un efecto de verosimilitud y autenticidad en su discurso.





Para Varela, esta sobrexposición de sus cuerpos fue dando paso a una “trivialización de la política”. Una forma de lograr identificación con la gente y, claro, también más rating. La presencia, por ejemplo, del diputado Francisco De Narváez junto a su imitador en 2009 (quien parodió su slogan “Votame, votate”, con “Alica, alicate”) en ShowMatch (El Trece), da cuenta de esta banalización que suele profundizarse durante las campañas electorales. Mismo fue el caso de la diputada Gabriela Michetti, quien también estuvo en el programa de Marcelo Tinelli riéndose de sí misma frente a su doble. “La ampliación del decir político en TV desembocó en apariciones de funcionarios públicos cocinando, contando chistes o prestándose a bromas”, explica la licenciada y profesora de Semiótica de la UBA y subraya que es el resultado de un proceso lento y progresivo de préstamos y concesiones entre los programas de política y los de interés general y espectáculos.

 La televisión es, sobre todo, imagen. De ideas, propuestas, ideologías u opiniones, no conoce demasiado. En América, finaliza el espacio publicitario y Animales Sueltos, que hasta hace unos minutos era show, luces y humor con doble sentido, ahora se convierte en un espacio de reflexión. Fantino presenta al diputado Fernando “Pino” Solanas y la entrevista “de divulgación” comienza. Eso sí, nadie nota el cambio. A fin de cuentas, la política y la farándula ya no pertenecen a universos tan diferentes. 

NdR: Este texto no fue originalmente escrito para este blog, por eso su estilo es más sobrio y menos irónico, sin embargo no quería dejar de compartirlo con ustedes. Además, viene a tono con el post anterior.

2 comentarios:

  1. A la pipetuá ¿estás preparando el final de Semio 2?

    Cuantos recuerdos de programas pasados!!!!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Jajaja, no! La cursé el año pasado... La nota la hice para un suplemento de despolitización que hice con compañeras de TEA.

      Eliminar