viernes, 29 de octubre de 2010

Es nuestra tarea decirles no, no se hagan ilusiones

Por Eduardo Grüner
Sociólogo y ensayista

Acabo de leer, en el “blog” de lectores del diario La Nación, un mensaje (firmado con seudónimo, como corresponde a la cobardía) proponiendo levantarle un monumento al paro cardíaco. Esta (¿cómo llamarla?) alimaña de carroña es un digno descendiente de alguien que hace ya muchas décadas escribió “Viva el cáncer” en alguna calle del Barrio Norte (¿cuál, si no?). Alguien que une a su canallez irrecuperable una irresponsabilidad política por la cual merecería le fuera retirada la ciudadanía de cualquier país, del mundo, de la humanidad. Casi al mismo tiempo, escucho al presidente de la UIA decir que ahora lo importante es… ¡asegurar la “gobernabilidad”! (como diría un amigo psicoanalista, el inconsciente no es tonto). Son dos cosas muy diferentes, por supuesto. Pero que testimonian de la fantasmal, siniestra, supervivencia de esa mezcla de odio irracional y especulación oportunista de la derecha argentina, como se comprobó, una vez más, la semana pasada, a raíz del asesinato abyecto de Mariano Ferreyra. Son también cosas muy diferentes, claro, pero es la derecha la que no hace diferencias: la muerte es el “equivalente general” de sus intereses. No importa, hoy, en este momento, hacer el sesudo balance de los pros y los contras del gobierno K. Ya habrá tiempo. Sí importa, mucho, tomar conciencia de que los chacales ya están afilando los dientes. No hace falta ser ni haber sido kirchnerista –como no lo soy ni lo fui yo mismo– para saber quiénes son los “mucho peores” que hoy están festejando alborozados no solamente la muerte de un hombre, sino lo que vislumbran como una nueva oportunidad para destruir la patria que odian aunque les llene los bolsillos, o que se están relamiendo por cómo esto complicará a la Unasur, o cualquier otra expresión de la mierda que corre por sus venas. Es tarea nuestra, de todos, de lo que en una época se llamaba “el pueblo”, decirles: No. No se hagan ilusiones.

1 comentario:

  1. la oposición es impresentable, tanto sus dirigentes como sus seguidores más recalcitrantes. no se que me dio mas asco; si, cuando en el conflicto con el campo, las viejas y la derecha salieron a la calle con las caceloras diciendo que el "pueblo estaba con el campo"; si cuando se les mostró a la gente que todo discurso lleva un poder y no es apolitizado, y ésta, incrédula, se resgó las vestiduras en favor de Clarín y La Nación (léase Magnetto y Colombo) o cuando, ayer, veía a gente contenta porque se había muerto el "montonero". tal vez sean todas las mismas personas, o tal vez no; lo que se, es que son indeseables y demasiados necios.

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