domingo, 8 de septiembre de 2013

Sardina te rema un mar de polenta

¿No tenés tema de conversación más allá del "hola cómo estás"?
¿No se te ocurre una puta pregunta para hacerme?
¿Siempre caés en los mismos lugares comunes?
¿Te da miedo la gente?

¡No te preocupes! Sardina lo percibe y te banca. 
Por eso se pone al hombro la situación y rema, rema como una campeona olímpica en un mar de polenta.

¡Llamame!

...

Un anuncio así tendría que empezar a publicar y hasta cobrar por el servicio de remo. Sobre todo después del episodio de anoche.

Amiga y yo estamos hablando en un bar palermitano. Se acerca un hombre, un poco más grande que nosotras, no mucho. Anteojos, campera y pantalones con muchos bolsillos (no me gustan esos pantalones, vale aclarar). El tipo no es lindo, pero tampoco es desagradable. Uno del montón.

Sujeto: Hola, ¿me puedo integrar a la conversación porque estoy solo?
Sardina: ¡Sí, claro! (no sabe de dónde le sale tanta amabilidad, posiblemente de su incapacidad para decir que no). ¿Viniste solo?
Sujeto: No, me dejaron plantado. Un amigo, se sentía mal...
Sardina: Bajón. Bueno... (espera que el chabón siga la charla. Pregunte nombres, ocupaciones, edades. Nada de eso sucede por cinco segundos y se desespera)
...
Sardina: ¿A qué te dedicás? (Fija, le sale pregunta que se le hace a oyente que llama a la radio)
Sujeto: Soy economista. 
Sardina: ¡Ah! Qué bueno (?)
Amiga: Uh, hablá con ella que es la intelectual (?) (me tira el muerto de una manera increíble)
Sardina: No, no soy intelectual. Solamente tengo facilidad para hablar sobre cualquier cosa (eso que te brinda la carrera de Comunicación) ¿Sos keynesiano o neoliberal?
Sujeto: Ah, sabés... ¿estudiás economía?
Sardina: (No para de vender humo, pero aclara que no, que esa división la conoce todo el mundo).
Sujeto: Soy neoclásico.
Sardina: Ok... bueno... entonces mejor no hablemos de política.
Sujeto: No sé de política.
Sardina:  (Respuesta inesperadamente pelotuda) ¿Ni de política económica?
Sujeto: Bueno, eso sí (?).
Sardina: Igual no, mejor no hablemos de política. Bueno, ¿a quién votaste? (chiste ultra predecible pero al chabón le parece genial)
Sujeto: (risas) Me gustó ese chiste, eh.
Pasan 10 minutos y el flaco no pregunta nombre de ninguna, no sabe qué estudiamos ni por qué estamos ahí, ni siquiera me llama la atención por mi altura (cosa que hace el 99% de los hombres que interactúan conmigo). Pero tampoco se va. Se queda ahí, obligando a que lo entreviste.
Sardina: Bueno, ¿cómo son las chicas que estudian economía?
Sujeto: No son todas iguales...
Sardina: Bueh, pero dale, cuál es el estereotipo.
Sujeto: No, hay de todo
Sardina: No estás entendiendo el juego... ok.
Sujeto: Bueno, son estructuradas, ¿ahí está bien?
Sardina: Uh, no, bueno ya fue. ¿Te gustan las economistas? (le trata de poner picante a la cuestión, ya parece Fantino)
Sujeto: Sí, más o menos. 

El Sujeto es la nada misma. Ni fu ni fa. Será por su espíritu de beneficencia (?) que Sardina insiste en querer sacar lo mejor de él. No puede ser tan poco interesante. Por dios, no puede ser. 

Sardina: Juguemos a que te entrevisto para un programa de TV. (Es decir, hagamos lo mismo que estábamos haciendo antes pero yo haciendo de María Laura Santillán y presentando PNTs)

Arranco a hacer de cuenta que estamos en un programa, le pongo toda la onda del mundo. Al parecer el tipo no puede responder más de 20 palabras porque se autodestruye. Sus respuestas son aburridas. No hay diversión posible. Sardina manda a un corte. 

Lo peor es que el chabón está fascinado con la idea de que lo entrevisten ("nunca me habían entrevistado") pero Sardina ya está cansada y se pregunta por qué hace estas cosas. Sumergida en esa reflexión, se olvida de su interlocutor y el tipo se anima a hacer una pregunta. Pregunta malísima, poco interesante y de respuesta corta. Ella contesta rápido, sin ganas y mira para otro lado. Pasan cinco minutos y el programa no vuelve del corte nunca. El invitado sin ideas se levanta y se va. Ni siquiera pide teléfono, mail ni Twitter, como para justificar los 20 minutos de cháchara y aunque sea hacerla sentir linda. Nada. Su lugar de "hombre" dentro de las relaciones sociales ha sido dinamitado.

Sardina se va del bar y toma un taxi.

¿Ya terminó la noche, nena? ¿Tan temprano?, le dice el tachero.
Sí..., responde.

Pero no sabés cómo duelen los brazos.


1 comentario:

  1. Sardina te banco en todos los colores y cada vez banco menos a los "economistas". Me molesta muchoo que este tipo hizo un papelon pero como es "economista", se vaya sin pedir mail, twiter ni nadaa, quedo bien parado y vos "sin que te haya hecho sentir linda". Ese tipo me hace pensar en Prat Gay..otrooo de esos economistas medio fraca que la van de exitosos... ayy dioss! perdón no quería hablar de política..pero a quien votaste? ;)

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