Yo no sé si ustedes estaban al tanto, pero de un tiempo a esta parte, en este planeta todo se produce como el orto. Y no es metáfora: la onda es que las cosas se rompan más o menos rápido y tengas que comprar otras. Si la heladera antes te duraba toda la vida ahora te dura un noviazgo. O dos, ponele.
OK. Yo entiendo que el sistema funciona así, que si la lamparita te durara 90 años las fábricas quebrarían y los hombres no tendrían utilidad dentro de un hogar. Sin embargo, una cosa es que las cosas duren menos y otra es que directamente uno adquiera un producto y el mismo esté diseñado para autodestruirse a los cinco minutos.
Este es el caso de dos cositas por las que estas dos últimas semanas me vi fuertemente afectada:
1- Los paraguas pequeños.
¿Son una joda que quedó, no? Yo comprendo que un paraguas no está obligado a acompañarte toda la vida, pero no puede ser que uno salga a la calle, lo abra, camine dos cuadras, pase cerca de un edificio alto, se levante un poco de viento y el hijo de puta se te rompa. Y no sólo eso: te haga pasar el ridículo frente a aquellos que andan con sombrillas gigantes o a los que eligieron recagarse mojando pero no lidiar con objetos que tienen la obsolescencia más programada que la mierda. Está clarísimo: esos paraguas nacieron para morir. Y uno los compra, para después seguir comprando otros. Y así toda la vida, hasta que uno se da cuenta de que ya su propia existencia es obsoleta y muere. Básicamente.
2- Las medias largas de mujer.
Esto es un tema que me pone muy mal. ¿Cómo puede ser que un par de medias largas transparentes no duren más que una o (como mucho!) dos veces de uso? Es algo que no comprendo cómo no impulsó movilizaciones todavía. ¡Nos están tomando por boludas! ¿Entienden que somos millones de mujeres comprando un producto que no va que movés un poco la pierna y ya se te corre/rompe/hace un agujero espantoso? Y no depende del precio: yo he comprado las más caras, a fin de esquivar este problema, y todo fue igual. De hecho, el mismo día que las usé recibí la gran noticia por parte de alguien que me miraba de atrás: "Se te rompió la media". ¡Y vos me lo decís! ¡La puta madre! Son las tres de la mañana y estoy a 50 kilómetros de mi casa. ¡Era más feliz sin saberlo! Pero así es. Y no me digan que no hay solución: estoy segura de que si inventamos un sistema que nos permite mirar los partidos del Barcelona en vivo, podemos inventar medias que no se rompan a la primera de cambio.
Pero bueno. En estos casos, parece que se tomaron en serio el temita de la obsolescencia programada y no hay más nada que hacer. O sí: sentirnos profundamente obsoletos.
De esa forma, los capitalistas siguen teniendo demanda y nosotros seguimos trabajando para poder acceder a todas las heladeras que reemplacen a las que se nos rompen para comprar comida y olvidarnos de todos los novios que no funcionaron.
OK. Yo entiendo que el sistema funciona así, que si la lamparita te durara 90 años las fábricas quebrarían y los hombres no tendrían utilidad dentro de un hogar. Sin embargo, una cosa es que las cosas duren menos y otra es que directamente uno adquiera un producto y el mismo esté diseñado para autodestruirse a los cinco minutos.
Este es el caso de dos cositas por las que estas dos últimas semanas me vi fuertemente afectada:
1- Los paraguas pequeños.
¿Son una joda que quedó, no? Yo comprendo que un paraguas no está obligado a acompañarte toda la vida, pero no puede ser que uno salga a la calle, lo abra, camine dos cuadras, pase cerca de un edificio alto, se levante un poco de viento y el hijo de puta se te rompa. Y no sólo eso: te haga pasar el ridículo frente a aquellos que andan con sombrillas gigantes o a los que eligieron recagarse mojando pero no lidiar con objetos que tienen la obsolescencia más programada que la mierda. Está clarísimo: esos paraguas nacieron para morir. Y uno los compra, para después seguir comprando otros. Y así toda la vida, hasta que uno se da cuenta de que ya su propia existencia es obsoleta y muere. Básicamente.
2- Las medias largas de mujer.
Esto es un tema que me pone muy mal. ¿Cómo puede ser que un par de medias largas transparentes no duren más que una o (como mucho!) dos veces de uso? Es algo que no comprendo cómo no impulsó movilizaciones todavía. ¡Nos están tomando por boludas! ¿Entienden que somos millones de mujeres comprando un producto que no va que movés un poco la pierna y ya se te corre/rompe/hace un agujero espantoso? Y no depende del precio: yo he comprado las más caras, a fin de esquivar este problema, y todo fue igual. De hecho, el mismo día que las usé recibí la gran noticia por parte de alguien que me miraba de atrás: "Se te rompió la media". ¡Y vos me lo decís! ¡La puta madre! Son las tres de la mañana y estoy a 50 kilómetros de mi casa. ¡Era más feliz sin saberlo! Pero así es. Y no me digan que no hay solución: estoy segura de que si inventamos un sistema que nos permite mirar los partidos del Barcelona en vivo, podemos inventar medias que no se rompan a la primera de cambio.
Pero bueno. En estos casos, parece que se tomaron en serio el temita de la obsolescencia programada y no hay más nada que hacer. O sí: sentirnos profundamente obsoletos.