domingo, 27 de mayo de 2012

Velociraptors, no todas las aves vuelan

5 sardinas opinaron
Un día un profesor de la UBA dijo en el marco de una clase teórica: "Chicos, hagan revistas. Hacer revistas es erotizante". Como colaboradora de Velociraptors, hoy lo compruebo: todos invitados a esta orgásmica presentación.


Casa Editorial Neptuno saca a la luz su primera publicación: Velociraptors, no todas las aves vuelan ∃(¬Fx), una revista semestral buena, bonita y barata ¿sobre dinosaurios? Sí; y también sobre divulgación científica, cine, filosofía, cultivo, letras y todo aquel datito nerd ahora convertido en la excusa para trazar un corte crítico sobre el entorno. Próximamente en tu kiosco más cercano.

Gratis por lista hasta las 23.30 (presentación@velociraptors.com.ar).
Tocan en vivo: Los Palos Borrachos, Rolando Bruno y su Orquesta Midi, & Juana Chang.

domingo, 13 de mayo de 2012

Irrevolution

3 sardinas opinaron
Voy a pensar seriamente si con este post no inauguro una nueva etiqueta con el nombre "Desenmascarando a la cultura hegemónica", que sirva para demostrar cómo algunas manifestaciones socioculturales, lejos de ser revolucionarias y/o subalternas, sólo contribuyen a reforzar las bases que sostienen el sistema.

Es que sí. Después de escuchar atentamente el tema Revolution, de Los Beatles, y de reparar en su letra, me he dado cuenta de que, al igual que el noviazgo, es altamente funcional a la derecha.

El problema es que engaña, porque desde el título parecería que se trata de una canción de protesta, de crítica social. De una búsqueda de un sistema alternativo, diferente, superador. Básicamente de la revolución, como medio para transformar el orden establecido, ya sea político, social, económico, cultural, o todo eso junto. No sé, mínimo, que proponga poner en crisis algo.

Pero no. Esta vez John Lennon se pone la gorra y, en medio de los levantamientos de 1968, saca un tema que no sólo subestima los intentos revolucionarios sino que también ningunea y delira a quienes los protagonizan. Pero igual, no me malentiendan. Una vez un filósofo que no me acuerdo el nombre dijo que la obra siempre es mucho más que el artista y que por eso, responsabilizar al autor de lo que su creación genera es tan inútil como incorrecto. Y más si no está para defenderse. Así que, beatlemaníacos, no me salten a la yugular, no está entre mis objetivos analizar con qué intenciones el tipo escribió la canción, sino más bien, pensar qué es lo que se puede leer de la obra terminada y puesta en circulación.

Vamos a repasar algunos extractos de la letra, traducida, porque este blog es PARA TODOS.

"Vos decís que querés una revolución. Bueno, vos sabés...Todos queremos cambiar el mundo"
Bueno, mirá hermano, mentira. Es mentira que todos queremos cambiar el mundo. Ojalá fuera así, ¿no? Ojalá para la mayoría el mundo fuera un espacio que precisara una transformación. La realidad es que no. Lamentablemente, no. Es más: en general, el ser humano piensa, crece, se relaciona, fantasea y se reproduce en torno a las posibilidades que "el mundo" (o el sistema) le brinda. Lo demás es delirio, o bien, comunismo.

"Vos decís que tenés la verdadera solución. Bueno, vos sabés... ¡A todos nos encantaría ver tu plan!"
Aaah, mirá. Acá no nos conformamos con hacernos los vivos, sino que también desarticulamos cualquier intención por cambiar las cosas. En estos versos hay dos cuestiones fuertemente presentes: por un lado, la desmotivación del sujeto revolucionario y por el otro, el acento en las dificultades del asunto. Algo así como: "Dale, mirá que una cosa es hablar y otra hacer, flaco...", y como vos ya chamuyaron varios ("y así les fue", habría que agregar)

"Decís que vas a cambiar la Constitución. Bien, sabés, a todos nos encantaría cambiar tu cabeza"
Ok, si lo tenés, igual tu plan es una mierda. Algo semejante a eso parece dejar entrever esta parte del tema, que piensa ineficaz un camino válido: la transformación del sistema por las vías institucionales. Quizá para que emerja un nuevo orden social, primero hay que reformar lo establecido. Qué se yo, puede ser. Independientemente de si eso es o no pertinente, nada justifica que alguien quiera modificar la mentalidad del otro. Y no generalices. No a todos nos encantaría.

"Me decís que es la institución. Pero sabés...Deberías, mejor, liberar tu mente"
¡Claro que es la institución, pelotudo! Así pero en francés, se expresaría Michel Foucault si escuchara estos versos, y agregaría que sólo deshaciéndonos de las instituciones podremos "liberar nuestras mentes" (y nuestros cuerpos, claro). Pero no, esto es más Claudio María Domínguez, más Bernardo Stamateas. La felicidad está en tu interior, debes encontrarla. No, el sistema no te oprime si no quieres que lo haga. Y toda esa manga de pelotudeces. Señores, no, que no les vendan gato por liebre ni Goliat por Coca-Cola: sólo la revolución (o bien, pensar en que ésta puede ser posible) puede liberarnos.

"¿No sabés que va a estar todo bien?"
"Todo bien". Esas dos palabras que se repiten varias veces durante la canción funcionan como eje del mensaje despolitizador y deshistorizador que se detenta. Si todo va a estar bien, ¿para qué enroscarse? Sólo se trata de vivir, esa es la historia, muchachos.

Bueno, ya. Como ven, algunas manifestaciones socioculturales esconden mensajes tan siniestros como este y se adentran en nuestra cotidianidad hasta volverse legítimos. Lennon te amo, pero cuidado: cuando se coarta el pensamiento revolucionario se corre el riesgo de coartar, finalmente, el pensamiento por completo.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Análisis socio-semiótico: si querés llorar, hablá con Iúdica

17 sardinas opinaron
Mariano Iúdica es la exacerbación de varias cosas, y no sólo de la pelotudez. 

Para quienes todavía no lo tengan de nombre, les cuento que me refiero al conductor del reality de Ideas del Sur, "Soñando por cantar", que se emite de lunes a viernes por Canal 13 y se repite de lunes a lunes por todas las demás señales de aire y algunas de cable.

Este hombre que se autodefinió como un "soldado de Marcelo Tinelli" (no del Pingüino ni de la revolución, de Tinelli, sí), es sólo la cara visible de la perversa (económica y políticamente efectiva) manipulación de las emociones que realiza este programa de televisión sobre su audiencia.

No se necesita de un análisis muy exhaustivo para dar cuenta de esto. Basta con mirar cinco o 10 minutos el reality para, no sólo desearle la muerte a Iúdica o, en su defecto, decidir suicidarse y terminar con la tortura, sino también para darse cuenta de lo que hablo.

Como decía, el soldado de Tinelli es la exaltación de muchas cosas, a saber:

Exacerbación número 1
Del poder de los sueños. Las Bandana ya lo dijeron: "nunca dejes de soñar". Y todo bien, entiendo que el mensaje es positivo, y lo banco a Buda en eso de que "somos lo que pensamos", pero paremos un toque la pelota acá que parece que el 9 está adelantado. Esto de "querer es poder" es una de las tantas frases de las que logró apropiarse la ideología dominante para mantener su hegemonía. Vaciar y rellenar de significado, porque no se trata del "Seamos realistas, pidamos lo imposible", del mayo francés. No. Del mismo modo que lo hizo con "el trabajo dignifica", la idea de que todo lo que queremos está a nuestro alcance, de que para obtenerlo sólo hace falta intentarlo y (sobre todo) trabajar y esforzarse, y que si no lo conseguís es porque no lo has hecho lo suficiente, es una de las mejores formas que ha encontrado este sistema del "mundo libre" para mantenerse en el tiempo y evitar grandes cuestionamientos. A través de la instauración de la creencia en que "todo es posible", logró invisibilizar los condicionamientos que el mismo orden social supone, que son la base de su existencia y tienen que ver con la clase, la etnia, la nacionalidad, el género, entre otros. Es el mismo sistema que se dice "creador de oportunidades" el que las coarta.  Al hacer de esta cuestión su emblema y bandera, Mariano Iúdica y su programa colaboran en la reafirmación de este sentido en la sociedad. Si Jorge de Ituzaingó pudo tener sus 3 minutos de fama, ¿por qué yo no?


Iúdic rules. Presentando al carnicero ganador.


Exacerbación número 2
De los estereotipos y su celebración."¡Canta Jorge, el carnicero de ojos celestes!", grita Iúdica, haciendo hincapié en este detalle tan clasista, como el color de los ojos del participante. En mi post sobre los Wachiturros en el prime-time ya hablé un poco de las estereotipaciones por parte de la cultura hegemónica para con la popular. Es sólo producto de una mente muy pequeña (o bien de alguien que tiene una mente muy pequeña y se cree superior al resto) presentar a una persona que va a cantar en un certamen diciendo su nombre, SU OFICIO Y, en este caso, AQUELLA CARACTERÍSTICA QUE SE SALE DEL ESTEREOTIPO. Jorge es carnicero, pero no es un carnicero cualquiera, de esos gordos y morochos, éste tiene ojos celestes. Como si eso lo hiciera mejor, distinto, más importante. Un rasgo que en el momento que se evidencia, lejos de revertir la dominación, la reafirma. Esta diferenciación de clase, Marianito Iúdica la hace constantemente: se aprende la profesión/oficio antes que el nombre de pila de los participantes, y cada vez que intervienen, lo recuerda. En general, son oficios poco calificados y con un reconocimiento social bajo. "El ama de casa", "el fletero", "la kiosquera". ¿Para qué sirve ese dato sino es para reforzar los estereotipos establecidos por la ideología dominante y borrar así las diferencias al interior de las clases subalternas?

Exacerbación número 3
De la franela televisiva. Este lo dejé para el final porque es el que más me indigna. En última instancia, que la TV se creó para mantener el statu quo y fortalecer la existencia de "modelos" con ciertas cualidades y patrones, es algo que no sorprende. Ahora... yo te pregunto a vos, Iúdica, Mariano, soldado de Tinelli, pelotudo de turno, o como te guste que te llamen... ¡¿para qué tanta franela?! ¡Si nadie te quiere abrazar!
Es así: mientras más vida de mierda tengas, mejor. O eso es lo que parece, claro. El reality no se conforma con presentar en escena a "la gente común", al gordo, a la correntina, al taxista, a la madre de cinco hijos. No. Para lograr el rating que la industria televisiva exige, es necesario ir un poco más allá y, a cada uno de los participantes, sacarle el jugo hasta que se quede seco. ¿De qué hablo? De la apelación a la sensibilidad constante. Sistemática. Si en "Bailando por un Sueño" vendía la pelea barata y arreglada, aquí emerge otro tipo de "gancho": la emotividad. No bien termina de cantar, Iúdica se acerca, abraza al sujeto en escena, espera a que el director mande la músiquita (sí, esa que vuelve emotivo cualquier hecho televisivo y nos indica que, en ese momento, debemos sensibilizarnos), y enuncia algún dato poco relevante para la competencia: "Es que a ella se le murió el padre hace muy poco..." Y todos lloramos. Hasta Mediavilla. Y el rating se dispara. Pero bueno, después de un rato de regodearse en el sufrimiento ajeno y sentir algo de lástima por el remisero de Junín, la musiquita culpable de todo muere y el programa es fiesta otra vez. Porque claro, tu vida es una mierda, pero hoy estás en la tele. ¡Celebremos!

Para terminar con este descargue (porque, en definitiva, es un descargue, este mismo análisis se puede traspolar a un montón de otros shows televisivos, sólo que en éste todo es mucho más evidente), les dejo una cita de un semiólogo italiano que creo logra definir el rol de Iúdica  en todo este aparato mantenedor del statu quo y reforzardor de estereotipos a la perfección:

"El conductor comenta según un sistema de emociones lo que está sucediendo, y por tanto asume un rol pasional. Actúa como verdadero y propio distribuidor de juicios eufóricos y disfóricos (positivos o negativos, de aprobación o de condenación, de gozo o dolor) sobre los eventos narrados. No es necesario que estos juicios sean explícitos: basta un tono de voz, una expresión en el rostro, una mirada para realizar la posición que el conductor-observador ha tomado "junto a nosotros y por cuenta nuestra".
Pero ya que se ha puesto como una proyección del enunciatario, de hecho él ofrece al público empírico un contrato sentimental: las instrucciones para el uso emotivo del texto. Así la televisión muestra toda su potencia. 
Por otra parte, este fenómeno está implícito en el mismo hecho que el conductor (y todas las figuras delegadas) se presente como un cómplice del espectador. La complicidad no es solamente la coparticipación de conocimientos, sino sobre todo de sentimientos. La 'mirada sobre el mundo', que es la definición misma del actante-observador, cuando está personalizada en un actor específico no es ni puede ser jamás inocente. Es, en cambio, una 'visión del mundo' realizada a través del contrato pasional propuesto al espectador. La televisión puede ser ciertamente eficaz, pero no puede jamás ser objetiva." (1997)
Omar Calabrese

Listo. Dicho esto, me puedo sentir tranquila de haberme despegado de este tipo de pensamiento clasista. De este tipo de práctica manipuladora. De este tipo de producciones exaltadoras de la desigualdad. Pero sobre todo, de este tipo, Mariano Iúdica, "¡el conductor berreta!", si me permiten parafrasearlo.